2 de mayo de 2012


Aún hay, y siempre habrá, personas a quienes les gusta leer novelas. Siempre habrá, también, personas a quienes les gusta jugar al ajedrez, chismear, bailar mambo o comer fresas con crema. 
-Ulises Carrión "El arte nuevo de hacer libros". 

22 de abril de 2012

Ésta soy yo a mis veintiún años (próximamente veintidós). Abandoné esto hace cinco meses y de verdad lo extraño. Lo que sucede ahora es que estoy próxima a graduarme, creo que he envejecido en los últimos cuatro meses desde que inscribí la materia "Tesis 1". Sí, ya tengo todo el plan, las lecturas, la emoción... me falta la acción: escribir. Como siempre lo más difícil, tengo la libreta más linda para mis ideas y mis ideas sólo están siendo pensadas no escritas. El semestre se me fue de las manos, claro, estuve dedicada a llegar a Ítaca con Leopold Bloom, aprendí muchas cosas, de verdad, muchísimas y está a punto de extinguirse: mi penúltimo semestre. El siguiente será de dos materias, es decir un semestre de gente adulta (o al menos eso quiero decirle a mi inner self que se resiste a creer que ya crecimos).
Y el problema de escribir las entradas en dos partes es que no sabrás como estarás en el momento en el que decidas retomar la escritura. Hoy siento que la realidad me cubrió. Recuerdo cuando era pequeña y me metía al mar y sin querer las olas me cubrían por sorpresa y sentía que me iba a morir. Bueno, ahora no siento que me vaya a morir pero si un poco de desesperación. Sé que todo comenzará a tranquilizarse (o a empeorar) cuando comience a escribir y deje de pensar.
Hoy soy una (no sé como definirme ¿niña? ¿mujer?). Hoy soy una que está a punto de graduarse, que tiene dudas sobre el futuro y a la vez ansias, que tal vez no debió de salir de la cama, que lloró y lloró. Soy una que ama a su novio con locura (y no quisiera dejarlo nunca para irse a vivir a otro lado y comenzar el futuro), que quiere quedarse con él suspendida en el tiempo. Hoy soy una que tal vez no quiere que la universidad se acabe pero que le urge hacerlo. Una que lloraría porque el cereal se acabó y que twittearía al respecto.
En estos días han habido momentos donde prefiero ponerme a hacer mil cosas para evitar recordar en que etapa de mi vida estoy. Sé que la saltaré y que todo se pondrá increíble. Mientras seré yo y mis súbitos nudos en la garganta. No pasa nada. Sólo sé que necesito este blog de nuevo, para escribirlo todo (como aquella vez que vine a la universidad).

27 de noviembre de 2011

Preguntas...

Mi profesor le preguntó a mi compañera ¿Emma, la vida es absurda? Y para hacer sonar mejor el absurdo, con su elegante y propia pronunciación francesa, siguió con otra pregunta, ¿de casualidad tu novio se llama Charles? Y todos sabiendo la historia de Emma, nos limitamos a escuchar: Ya no. Y de pronto, ante los nervios de esa Emma que no es la de apellido Bovary, yo respondí "creo que la vida si es absurda, que mientras acudimos a la clase todo puede pasar en el camino".
Y sí, mientras acudimos a esto llamado vida, o a aquello llamado funeral (según lo queramos ver), suceden las cosas más absurdas que se puedan imaginar, una serie de eventos a los que uno nunca quisiera asistir y te dan las peores noticias y de pronto no sabes cómo no deshacerte en llanto y te das cuenta de que muchas cosas en esta vida son tan intranscendentales, que uno debería de dedicarse a vivir y olvidarse de todo aquello que a uno lo lastima. A veces creo que ahí está el absurdo, la náusea en las manos, en no darse cuenta de que la vida es vida y hay que vivirla punto. Encontrarle el significado como palabra que resuelves en un crucigrama y listo, lo que continúa.
No voy a decir que no me siento triste, porque tengo en mi corazón, alojada una tristeza que no se irá en un muy buen rato, pero hay que intentar mandar la mejor energía y el corazón estará tranquilo.
Tenía que comentar, que la vida sí es absurda y un día entero puede ser el absurdo en su máximo esplendor ¿y qué queda? Sonreír. 

26 de noviembre de 2011

20 días después.


Sí, prometí escribir. Me prometo día a día intentar nuevamente con la escritura y cada vez me siento menos feliz con mis intentos. ¿Me habré vuelto cínica? Cínica viene de perro. No, no soy un perro hasta donde yo sé. Aunque a veces, a estas alturas, me siento aturdida, llena de cosas por hacer y sin ganas de hacer nada. He conocido ya a ese tal Pedro Páramo, no sé que decirles. He leído tanto y mientras más leo, más voy dando pasos lejos de la escritura. Tengo miedo, de verdad, es como una angustia perpetua. Pero tal vez pasará. O no. Ahora siempre creo en la posibilidad contraria, creo que sí, soy un perro.  (Aunque eso sea un gato).

6 de noviembre de 2011

¿Hola?
No sé si alguien por acá me extrañe.
Yo sí extraño este lugar. Mi cajita de Pandora.
Quiero escribir. Quiero escribir tanto de todo lo que está pasando en mi cabeza.

4 de octubre de 2011

¿Acaso la universidad es el kinder de la vida?

Sí, llevaba días, semanas, pensando en esta entrada. De antemano sé que esto no va a ser lo mejor que haya escrito, pero tengo que decirlo. Desde que comenzó este nuevo semestre (mi séptimo) me doy cuenta de que en la universidad todavía puedes cometer errores grandotes, sí, así como cuando aprendiste a leer y a escribir. Recuerdas esos amigos que conociste al inicio, tal vez nunca los vuelvas a ver, sí, así como aquellos que te compartían de su lunch a la hora del recreo. 
Y la vida, a escasos semestres de graduarme parece una cacería, ya la gente empieza a reaccionar como si el final de la universidad y el fin del mundo fueran cosa semejante. Creo fervientemente en esa teoría: nunca nada será igual, ni mínimamente. Así que espero que estas amistades de estos últimos semestres sean más duraderas, que aquellos con los que hubo malentendidos sea sólo un problema de kinder que pueda resolverse con una gelatina o los hot cakes que hace tu abuela y te encantan. 
La situación es que para mi el kinder fue una época maravillosa. Sí, qué puedo decir si apenas tenía uso de la razón. Pues no, recuerdo aún sabores de gomitas que mi directora me daba de premio, mis compañeros, los nervios de mi primera presentación grupal, los recreos, el niñito que me regalaba su Yakult y un día me tomó de la mano. Recuerdo como mi abuelo iba por mi. Recuerdo cosas maravillosas de esa época. No quisiera que la universidad se convirtiera en ese recuerdo borroso, en esas horas de risas estruendosas, en esas tardes de café, esos desayunos de chilaquiles baratos. 
El Kinder nos preparó para vivir nuestra infancia. La universidad nos prepara para vivir nuestra "adultez". Y yo, tengo miedo, claro que sí y a la vez unas ansias increíbles de graduarme y ver como se vive la infancia de mi adultez. 

16 de septiembre de 2011

“Escribir era mi manera de golpear y de abrazar. ¿Para qué escribe uno si no es para juntar sus pedazos?”
-Eduardo Galeano.

29 de agosto de 2011

Ven, te invito a mis veintiuno.


Quiero decirte que eres lo mejor de esta vida y de todas las vidas que vaya a tener. Que no puedo vivir sin ti, sin comer a tu lado y saberme viva. Sin acostarme a ver "How I met your mother" y sentir que nada sucede y que sólo estamos tú y yo. No sé si haya algún llamado cénit del amor, pero el nuestro sigue ahí, y a veces sube más y a veces nos ilumina más y hoy y ayer y antier y todos estos días, como siempre los convertimos en magia pura.
Como lo dije hace un par de días: Gracias por ser lo mejor de mis veinte, y como dije hace unos minutos: de mi vida. De verdad, este amor me sobrepasa. Ahora te invito a vivir juntos nuestros veintiuno. Sé que el mundo nos espera. Te amo tanto.

2 de agosto de 2011

Querido Miau.


Te escribo una carta. Una que no sé si leerás, pero una más de tantas que te he escrito. Te amo y te he amado tanto desde hace dos años. Ya hemos sobrevivido un verano más, sí, hablo de supervivencia porque eso sucedió, un acto de aferrarse a una vida donde no estás tú y déjame decirte que ya no me la imagino sin ti, me cuesta trabajo. Muchísimo. Es por eso que durante todo este periodo de tiempo calmé a mi corazón y le dije que todo iba a estar bien. Y ayer que te vi, que te abracé, inmediatamente supe que no sólo todo está bien, sino que está mejor. Tus brazos son mi hogar, definitivamente.
Hoy mientras caminábamos me doy cuenta de que tenemos una relación como esas de las películas que me gustan. Cada que te veo siento que todo se me mueve, caminamos de la mano, me haces reír, después sin razón alguna te pregunto si me extrañaste y sólo dices "meh". Meh. Claro que no, mientes. Y sonríes, porque así somos, así nos llevamos y me has enseñado a descifrar tantas historias que suceden entre tus palabras, entre tus cosquillas. Gracias por hacerme sentir viva. Me encanta sentirme así y tú tienes un don para llevarme más lejos que eso.
Y ahora vienen los futuros, los instantes que nadie tiene planeados y esos me encantan a tu lado. Tomémonos de la mano y enfrentemos eso que siempre me hace querer meterme debajo de las sábanas y tú esperas pacientemente a que todas mis ideas justifiquen mi salida.
Eres un hombre extraordinario y no sólo lo digo por el hecho de que seas mi novio. No, lo digo porque te veo crecer y te veo contándome historias de ludopatía, de nuevos jugadores, de Estados Unidos en los 30's. Te veo crecer y ser fuerte y eso me llena de emoción y sobre todo nos veo crecer, juntos, haciendo proyectos cada quién y sabiendo que uno le pone atención a lo que hace el otro.
Quiero decirte que quiero todo contigo y eso sé que ya lo sabes. Pero con todo quiero decir que quiero mi vida contigo y soñar y amarnos y vivir y llorar y comer y gritar y pelear y reconciliarnos y abrazarnos, besarnos, tener sexo, visitar Praga, comer en Serendipity. Quiero estar exhausta cuando dé mi último respiro, por que sabré que ha valido la pena, que compartir mi vida contigo fue la mejor experiencia de una vida. Queda tanto camino y estaré siempre ahí, sin importar cuál sea la circunstancia. Mi manera de amarte no conoce límites y a veces le faltan palabras. Gracias por tu amor, por que es como ese que Carrie Bradshaw describió "I'm looking for love. Real love. Ridiculous, inconvenient, consuming, can't-live-without-each-other love." Y sé que tal vez debí citar a Joyce o a Lispector, pero no, esas palabras son las que exactamente quiero expresar.
Te amo,
Pao.

P.d. Esta carta fue escrita con el corazón en la mano, o bueno, con un corazón rojo y latiendo.

Después de un mes.


Julio fue caótico, de verdad que un torbellino de emociones, nudos en la garganta, agua para bajarlos, comida, tensiones. Pero saben qué es lo mejor de todo, que uno no se estanca, que uno camina porque el tiempo es una caminata constante. Y no escribí en todo ese tiempo porque estaba severamente afectada por algún estado emocional. Sí, fue la distancia, la lejanía entre nosotros. Pero ya estamos de nuevo juntos y mis emociones de todo el verano sirvieron para muchas cosas, entre ellas recordar que una es fuerte, que una no se dobla y que una ama por sobre todas las cosas.

Y además que una debe de vivir, sin importar cuantos cielos se caigan sobre nosotras.

2 de julio de 2011

Esa historia que me contaste.

Una soñadora pierde la cabeza por un realista.
Un realista pierde la cabeza por una soñadora.

Y el amor sucede.

24 de junio de 2011

Este tiempo...


Este verano y sus matices, tú (como hombre de mi vida), mi trabajo (para ganar dinero), mis libros (para recordarme a mi misma todo el universo que me tiene suspendida), mis padres (que me hacen sentir tan en casa).
Tengo ideas, planes, ganas de volver a la universidad y seguir sonriendo este año y medio que falta. Ya pienso en ideas de tesis, en planes de maestrías, en futuros y en conjugaciones. Tengo muchos sueños y quiero realizarlos y creo que poco a poco lo estoy haciendo.
Quiero un día tener un hogar contigo y tener ahí todo lo que necesito.