8 de junio de 2009

Femme fatale

(Oh, Warhol's darling queen)

Ella se prepara en medio del desierto: se delinea los ojos y utiliza su labial dispuesta a matar. En medio del desierto, repito. ¿Para qué? Conquistar a un oasis. Cualquier sultán que se pasee con su caravana, dispuesto a cambiarla por un camello después de cortarle el tallo a su sutil florecita.
Sí, ella no cambia su vida por la de un camello, decide caminar a la deriva... haciendo anotaciones de cactáceas y de "últimascocacolasdeldesierto", detrás del vestido costoso y las pestañas más largas se esconde una mujer con una libreta debajo de la cama, en la que anota la humedad y la viscosidad de las nubes. Guarda viejos papeles con nuevos recuerdos y lee a Simone de Beauvoir.

El sultán la juzga según el color de su labial, cual hombre que determina la inteligencia de una mujer en proporción directa al largo de su falda. El oasis la juzga por caminar en medio del desierto con tacones de aguja. ¿En qué momento la femineidad se reconcilia con la historia?

Bueno, sí, lo somos. Mataremos y al final del día nos reconciliaremos con el exterior, leeremos poesía y contaremos lunares nuevos. Pensaremos en nuestros grandes logros y decidiremos con quien se comparten vidas y con quien miradas.

P.d. extraño mi columna de cada miércoles.

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