6 de julio de 2009

La solución.


El problema son los lunes: trágicos y dolorosos. Las mañanas son eternas y siento que la semana se convierte en un torbellino de ideas.
La solución también son los lunes (pero en las tardes): Cuando después de la comida ya lo ves todo más claro.

Esa sensación de vacío profundo. De estar de frente al acantilado. Sofocación. Pérdida repentina del calor corporal. Hasta la soledad sale del aire acondicionado.

Si alguien tiene alguno de esos síntomas, se le recomienda sentirse devastado. Colocar el pie en el vacío y de pronto sentir eso llamado pertenencia, aquello que te jala y dices bueno, por algo las semanas empiezan en lunes.

Y continúas, como si nada hubiera pasado. Llega el martes, el miércoles, el jueves y el viernes solamente te dejas caer.

A veces sólo hay que mojarse y no nada más ver llover.

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