15 de febrero de 2009

Residuos.


El polvo ha encontrado su sitio debajo del tapete. Todo se ha inundado de estrellas secas, estamos debajo de la cama siendo únicamente partículas olvidadas y las fundas de estas almohadas están manchadas con delineador corrido por tantas noches llenas de gotitas de sonido. 

Nuestro sentir está refugiado en libros viejos, llenos de olor y sueño; nuestro sentir encadenado a esa verticalidad de lo incoherente, un poco menos de historia un poco más de relato. Uno teme al ego pero cae en el como a un abismo tratándolo de esconder debajo del edredón que tiene meses sucio.

Es hora de decirlo: extraño el polvo de mi antiguo hogar, tenía arena y pedacitos de mar; ahora solo olores a hierbas extrañas y a recuerdos construidos un miércoles llorados un viernes. Si barriera todo de una vez, todo se iría a otra esquina, a un basurero o a la metáfora de la vida misma. 

Cuando la noche llega los hilos desenredan el silencio con un cepillo de sueños vendidos por personajes que desearían más horizontalidades. Tanta decadencia desconcierta la mente envolviéndola en hojitas y sonidos de pajaritos negros.

Nuevamente soy un embrión hecho de frases que temen no tener coherencia o simplemente una partícula de un fetiche que se desarrolla en un infinito de preguntas que carecen totalmente de respuestas. Debemos de encontrar el punto donde nacen todas las incoherencias, probablemente ahí dejaríamos de leer entre lineas. 

No hay comentarios: