18 de febrero de 2009

Una coca cola bien fría.


Si bien había dicho que eufónicamente la frase "Una Coca-Cola bien fría" me encanta (yo creo que por el movimiento de los labios y mi exageración, para qué negarlo) pues la vida puso delante de mi una buena jugarreta que narraré:

(solamente la poesía de la vida diaria será escrita a continuación)

Paola busca desesperadamente $8.00 para satisfacer su necesidad de azúcar mañanera y comprar un Nestea. María Inés bajo amenazas de pronto pago se los presta. La primera máquina a la que las dos alegres señoritas se acercan y meten las monedas dice "Producto Agotado. Ja ja ja". Problemas 11.30 y la clase inicia a esa hora, pero es tanta la necesidad y tan corta la distancia al Ágora que Paola le ruega a María que la acompañe y ella acepta, no tan gustosa pero si decidida. Han llegado al lugar y se colocan nuevamente delante de una segunda máquina. ¡Bien! el producto no está agotado. $8.00, unos cuantos sonidos y finalmente el objeto anhelado cae. Se empuja la cosa esa de la cuál desconozco el nombre y ahí esta sacrosanta una Coca Cola bien fría. Helada, perfecta para mi gripa de persona de la octava edad. Fuck You y patadas salen de la boca de una mujer loca, mientras María la observaba sin dar crédito al espectáculo digno-de-niña-de-2-años. Después de darse cuenta de que la máquina no haría nada por devolverle su Nestea pues decidió la damicela en apuros tomarse una deliciosa Coca-Cola, obviamente cada trago generaba risas de parte de la señorita de cabello largo que se sienta a mi lado. La vie.

Y eso me lleva a la metáfora del día de ayer: Sabes que lo que te gusta está ahí adentro, lo quieres y te encantaría volver a probarla, lo único malo es que ya no hay más té en esa máquina. Solamente situaciones que te hacen sonreír por la eufonía, por las burbujitas; pero nada como la dulzura y la sensación única que aunque tenga $8.00 voy a extrañar y él seguirá seguro dentro de su máquina, mientras una se resigna. 

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